jueves, 15 de octubre de 2015

Volver a escribir: Agorafobia mundial y otros miedos.

Retomaré este blog como un ejercicio, necesario. Como una maquina del tiempo, desafiando la memoria y las sensaciones. Volveré en mis pasos desde el 2009, fecha en la que abandoné esta bitácora, al 2014, fecha en la que volví a Chile y "oprimí un reset" en mi vida. Me oprimí. Tal como no supe "exprimirme" en español durante todo el tiempo que viví en Francia. (El Frañol pudo haber sido interesante [y engreído] como recurso literario en el tiempo perdido de la escritura). Dejé de escribir en español - y por ende dejé de escribir simplemente - para ejecutar la técnica lingüística de inmersión total y poder pensar y escribir académicamente en francés eficientemente (e italiano también en su momento).

Reconozco que en parte tampoco escribí porque me da vergüenza el privilegio y el ostento. Los viajes dan a ver eso a veces. Y tengo mucha inseguridad en torno a la arrogancia y el dinero. Espero quienes lean me entiendan y banquen lo odioso de mis temores para que eventualmente se me diluyan. La clave es aceptar y como ya fue, ya fue.

Vuelvo a escribir para traducirme 17 países en cuatro años de vida: Chile, Francia, Italia, Eslovenia, España, Brasil, Argentina, Suecia, Bélgica, Alemania, Inglaterra, Holanda, Austria, República Checa, Eslovaquia, Escocia y Uruguay. Están en orden, creo. Algunos se repiten, otros fueron sólo de pasada. Intentaré ser cronológica, y seguro no lo lograré. Suena mucho y suena ostentoso. La pasé de maravilla, bien y mal como la vida misma, pero me perdí en el trayecto. Me perdí tanto que ahora me siento con agorafobia mundial, con miedo, estancada de vuelta en la partida, anestesiada de curiosidad y deseos. Escribir la (no)ficción de mi misma me liberará.

Reconozco otra cosa: El miedo se ha vuelto un motor importante de mi vida desde el terremoto del 16 de septiembre. Recordemos que el terremoto del 2010 me impulsó hasta llegar a Francia. En ese momento administré el miedo de mejor manera. Un terremoto puede liberar energía que influye particularmente en todas las personas. La mayoría de la gente prefiere ignorarla, yo en el 2010 la utilicé como plataforma cósmica hacia lo que creía y quería en ese momento de mi misma, hacia los caminos de la vida y hacia la geografía infinita del mundo. Me pregunto dónde terminaré con este último terremoto. Ojalá hacia una claridad similar que la del 2010.

El miedo (y dale) también me invadió el otro día cuando recordé la existencia de este blog. Y una corriente glacial y abrasadora me invadió por dentro - la misma que en el terremoto - al pensar que podían haber desaparecido en el ciberespacio todas las aventuras escritas a los 20 años. Pero aquí están. Pensé en copiar y pegar todas las entradas y guardarlas en un disco duro externo. Lo haré, pero también lo leí y pensé, ¡edítate! El Síndrome de Diógenes digital no debe ser lo único, la nostalgia reciclada puede ser como una platita vieja, podada, regada y con flores nuevas.

Así que eso po, retomar la escritura. Vuelvo y voy de nuevo, como la rockstar en decadencia de mi propia vida. Traeré al escrito las imágenes que se me aparecen andando en bicicleta por Europa, en sueños lúcidos y también dormidos donde sigo en París. Pero no escritos como diario de vida ni mucho menos, más como crónica de viaje de los choques multiculturales que tanto me gustan y afectan, para aprender sobre lo que significan los matices materiales, interpersonales, espirituales del mundo (etcétera). De lo vivido, lo aprendido, lo olvidado y lo aprehendido.