"Damas y caballeros, debido al mal clima que se presenta en Buenos Aires, les informamos que el capitan ha cambiado el curso y aterrizaremos en el aeropuerto de Córdoba..."
He tenido peores turbulencias en la vida, pero nunca había presenciado tantas reacciones distintas para un mimo fenómeno al mismo tiempo. Por la ventananilla, parecía una discoteque estenoscópica. Estaba sentada en el ala, en la puerta de emergencia, con la resposabilidad del avión a mi haber. Y todo era como en una montaña rusa. En cada burbuja de aire donde el avión bajaba de súbito, la cuchara subía y dejaba el cuerpo livianito. Carcajadas... pero carcajadas! Me coibí un poquito cuando vi a otras personas llorando, vomitando, durmiendo... en fin, por respeto paré de decir wuuuUUUuuu en cada movimiento fuerte.
No se si eran los nervios, pero la risa fue el mejor remedio. Cuando aterrizamos en Córdoba, aplausos. Acto seguido un hombre de primera clase grita hacia la galucha "bien Chile!!! 4=2 " más aplausos. El tremendo partido que nos perdimos.
Cuento corto, horas en Cordoba, llegamos a Buenos Aires como a las 1:30. No habían remises porque todos los vuelos llegaron tarde y hubo sobredemanda. Así que llegamos al hostel como a las 4:30. Habíamos salido a las 6 de Chile.
Al mismo tiempo pensé que la "near death experience" (como la describió Javiera mi hermana) era una analogía de la rollercoaster de la vida. Con cada alto y bajo atmosférico y con cada emosión muy fuerte en esta vida, la gente reacciona súuper distinto. Mejor aprovechar la subida de cucharas y sacarle el mejor provecho. No pensar en morir, porque pensar es invocar (Se me hacen realidad muchas pensamientos en la vida) y en ningún momento temimos. Pero mucho dolor de cabeza al final, fue una lata. Y todo lo demás fue una lata. Siempre mis viajes a Buenos Aires son así: lentos, burocráticos, atrasados, cortaos'... Nunca ha sido suave y expedito. Siempre madrugando. Es una experiencia intensa shegar a Argentina, digna de Diego de Almagro o Pedro de Valdivia, no me acuerdo cual de lo dos fue el que cruzó por la cordillera.
De vuelta a la crónica de vieja, bah! de viaje. Es que ahora viajo con maleta y no con mochila.
Bien Chile, en Colombia no hubo ninguna tormenta, derchito al mundial. Hasta la otra.
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